sábado, 21 de marzo de 2015

XXXVII Maratón de Barcelona: Mi historia



Plaza de España. Barcelona. España. Tranquilidad y nervios a partes iguales. Preparativos y despedida. Dejamos a Ángeles, y junto a Abe, Carlos y Gustavo me voy adentrando en las entrañas del maratón: ya no hay marcha atrás. El encuentro con Aurelia y Pilar, de las running La Bañeza; la agradable espera al sol mientras vemos transcurrir el tiempo.
La charla en el cajón; esa espera interminable. El acercarnos al momento de nuestra salida. Los primeros que ya corren, cuatro minutos, otros que empiezan, cuatro minutos, otros que salen, cuatro minutos más, ¡Por fin! ¡Llegó nuestra hora!. Nuestra cuenta a tras terminó.
Lentamente nuestros pasos empiezan a dar rienda suelta a sus ansias de correr. Abe se queda a lo suyo, suerte amigo, mientras Carlos, Aurelia y Pilar unimos zancadas en busca de las cuatro horas.
Despacio, respirando, tomando el aire a Barcelona. Intercambio de palabras de calma. Miradas cómplices. Cogiendo ritmo paso a paso, lejos aún del objetivo, pero sin prisas; adaptando el cuerpo. Llega el primero de los avituallamientos, el que pensamos que no necesitamos, pero tan importante como los demás. Mis amigas un poquito por detrás. Miro de vez en cuando, no llegan a nuestra altura, levanto el pie, llegamos al Camp Nou, y escucho el gol de Godín, el que nos regalo la liga a los atléticos; busco a mis amigas, las veo rezagadas unas decenas de metros, y siento que se han dejado caer en busca de su carrera. Suerte amigas. Vuelvo la vista al frente, a la suave subida, a buscar ese ritmo cómodo y monótono. Kilómetro 10; los kilómetros se suceden entre mirar y correr, entre ver y sentir. Las calles nos acercan a la cercanía de la salida, a los aplausos del público que allí se agolpa, a los ánimos de Ángeles, a ese “voy bien”.
Nos vamos alejando, Carlos a mi lado, a ritmo crucero, al ritmo tantas y tantas veces ensayado. A correr fácil, a dejarnos ir. Kilómetro 15; primer gel. Kilómetros de cuadrículas, de casas casi iguales, de largas calles, monotonía rota por la Sagrada Familia, por esa catedral inacabada. Todo va bien, mi compañero va bien, yo voy bien, el maratón va bien. Kilómetros de sentimientos que van llenando cada poro. Más kilómetros, más gente en las aceras. Ese niño que anuncia que si le golpeas la mano correrás más. La gente vuelve a llenar las aceras, aplausos, corredores que van, corredores que vuelven, kilómetro 18 para unos, kilómetros 22 para otros; busco en las orillas y no encuentro mis ánimos. Seguimos a lo nuestro, seguimos buscando y encontramos a Ana, Esther, Tábita y Raquel, aplausos y gritos que nos siguen mientras nos alejamos. Kilómetro 20; de ir pasamos al volver. Veo a mis amigas Aurelia y Pilar, les grito. No me oyen. Suerte. Media maratón, media carrera. Otra vez nuestras chicas. Una camiseta naranja que sube, una cara amiga, “vamos Abe, ánimo”, grito. Gestos y palabras “lo dejo, voy roto”. Momentos de tristeza. Momentos que tenemos que olvidar. Vamos. Busco otra vez en las aceras y no encuentro. Sigo. Seguimos. Kilómetro 24; el silencio empieza a apoderarse de los cuerpos de los corredores. Respiraciones y el golpeteo de las zapatillas contra el asfalto  son ahora los únicos ánimos que recibimos. Caras que empiezan a sufrir el maratón. Barcelona a nuestros pies. Kilómetro 25; otro gel. Otro paso dado. Ya queda menos. Otra vez la Diagonal; otra vez la carrera se convierte en ida y vuelta, en envidia de los que vuelven. Otro un buscar a Ángeles y otra vez en no encontrar. Me marcho sin sus ánimos. No pienso, corro. Kilómetro 30; hablo a mi compañero, en un intento de distraer sus pensamientos, “voy bien”, me dice, pero le sigo hablando de tonterías como después me dijo. Kilómetro 32; “tira, no quiero forzar”. Le deseo suerte y tiro, y me voy poco a poco, cuando uno no va lo mejor es su soledad. Y empiezo a traer a mi mente a todos mis amigos, a toda la gente que me quiere, a todos los que en la distancia están corriendo conmigo. Y veo el mar, y pienso, si quizás en tonterías, pero me ayudan. Corro, voy bien, y me siento bien. Un “vamos Satur” interrumpe el curso de mis pensamientos. Kilómetro 35; tomo el último gel. Y llego al arco de triunfo, paso por debajo viéndome triunfador. Las calles se estrechan y el público empuja. Aplausos y palabras de ánimo. Griterío. La Catedral del Mar; una sardana. Ya todo a favor. Último kilómetro. La sonrisa asoma en mi rostro. “Vamos Satur” me grita Abe y Tábita. Ya sonrío. Lo tengo. “Satur”, se desgañita Gustavo. Alzo la mano con el puño cerrado por la rabia, por la emoción. Plaza España, giro a la izquierda, una recta y al fondo la meta. Corro los últimos metros disfrutando como lo he hecho en toda la carrera. Cruzo la meta, hago la señal de la cruz; como siempre. Levanto mi dedo índice buscando el cielo. “Alejandro, va por ti”.  Sonrío. En mi mente resuenan aplausos. El corazón late lleno de sentimientos. Otro sueño cumplido.

Gracias a todos los amigos, a los que me acompañaron en Barcelona y a los que desde lejos estuvieron conmigo.

7 comentarios:

Rubén Álvarez dijo...

Enhorabuena Satur!!!

Un placer leer tus crónicas y verte disfrutar corriendo maratones, haces que parezca sencillo. Ahora a pensar en el siguiente reto.

Nos vemos corriendo por Léon

JK dijo...

¡Felicidades!, qué manera más fácil de llevar la maratón, como dice Rubén, parece sencillo leyéndote...espero acordame de crónica en Madrid para hacer más llevadero mi camino.Un abrazo y enhorabuena

Saturnino dijo...

Rubén Álvarez: Muchas gracias. El próximo reto ya hace mucho que está pensado, será el Maratón de Madrid. Nos vemos corriendo por León.
JK: Gracias. Ya sabes, unas veces salen las cosas mejor que otras. Me alegro que te pueda ayudar en tu camino.
Un abrazo.

Halfon dijo...

Satur, felicidades por esa nueva muesca.

Madrid está esperándote!!!!

Celina dijo...

Qué crónica tan bonita! parece fácil, parece cómodo, pero hay mucho trabajo detrás para disfrutar un maratón como tú lo has hecho, felicidades!!!

SGF dijo...

ENHORABUENA! Ahora si... rumbo directo a la 25, crack.
Un saludo.

Saturnino dijo...

Halfon Hernandez: Gracias. Ya tenemos Madrid a tiro de piedra. Espero verte por allí.
Celina: Gracias amiga. El trabajo se da por bueno cuando las cosas salen bien.
SGF: Ya vamos directos y en caída libre.
Un beso para ellas y un abrazo para él.