…Eso es lo que me lleva a Laguna de Negrillos. Eso y correr su VI Carrera Popular La Torvera.
Primero empiezo con el buen rato, con ese que paso junto a mis compañeros del Nunca. Esos momentos previos de risas y chanzas. De cafés y calentamientos. De fotos. De encuentros. Todo antes de colocarse tras la línea de salida. Después llega el otro buen rato, el de correr.
La cuenta atrás alerta cuerpo y mente, y con el ¡ya! se disparan todos los sentidos. La idea, la de casi siempre, correr y disfrutar, para lo que es necesario que pille mi ritmo. Los primeros metros, entre las casas, ya nos avisan de que tendremos un invitado especial, el viento. Salimos del pueblo, dejamos el asfalto, por un camino inesperado. “Han cambiado el recorrido” me digo. La pista de tierra, irregular, ralentiza mis pasos, y me exige atención para evitar una mala pisada. Intentó seguir el grupo y aprovechar el aire a favor. Lo primero no lo consigo, y pronto me quedo en tierra de nadie, avanzando en soledad, y lo segundo lo aprovecho hasta que la carrera cambia de sentido. Entre los chopos, que no evitan las ráfagas de viento, en contra de un reguero, que él sí que lo tiene todo a favor, con la vista fija en las primeras casas, transcurre ahora mi lucha con la carrera. Una lucha que no impide que vaya disfrutando. Llego al pueblo y callejeo para terminar la primera vuelta, para cruzar bajo el arco de salida, y que en un rato será de meta, por primera vez. Echo de menos un poco de agua, “ya estamos de ahorro” ¡ay!. Me voy con ese pensamiento, tras los detalles aprendidos, con la intención de no hacer que la segunda vuelta se me haga complicada. El ritmo ya acomodado a mi cuerpo, y a mis sensaciones. El dejar las calles por esa pista irregular, con ese aire amigo, que pronto se convierte en enemigo. Con los recuerdos de antes vuelvo a las calles. A ese callejeo en soledad, sin animación, o con algún tímido “ya queda poco”, busco los últimos giros. Enfrento la recta final, con todo a favor, en busca de la meta.
Vuelven después los buenos ratos, esos que dan la buena compañía.
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