jueves, 9 de noviembre de 2017

DESNUDO

Llega el otoño, y con él el paisaje se queda desnudo.
Igual que me siento cuando dejo de correr, cuando el cuerpo se pone a descansar. Desnudo de alma.
Aprovecho esa relajación para alejarme del mundo, en busca de ese camino que me conduce a mi otro yo. Saboreo una soledad, que hoy comparto con ese solitario árbol, que descansa al borde del camino; con ese viejo palomar, que desconfiado mira en la distancia; o con esa piedra, que obligada por mi pie corretea delante de mí.
Camino disfrutando de las pequeñas cosas, de la sencillez de un frio paisaje; de ese respirar aire puro que me llena de olor a tierra.
Tranquilo, con las prisas que me deja el desasosiego interior, buscando en la lejanía esa silueta que venga a mi encuentro, corriendo o andando, y pensando en que igual pasa ignorándome o en que quizás me sonría cuando nuestras miradas se crucen, y me rescate de la apatía.
Desnudo como ese árbol que despojado de su vestimenta deja pasar los tibios rayos del sol.

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