sábado, 26 de mayo de 2018

XIII Media Maratón del Dulce: Mi dulce historia


Me acerco a la línea de salida, distraído, mientras observo la fuente de los ocho caños, y pienso que hasta aquí he estado rodeado de los míos, del Nunca correrás solo; en ese agradable desplazamiento, en ese café que siempre deja risas, en esa foto de grupo, y en ese calentamiento escaso. Tranquilo en la espera, tanto que me sorprende el arranque de la carrera. Los primeros se alejan deprisa, mientras yo procuro que esas prisas no me afecten. Hoy si se lo que quiero hacer. Disfruto de las calles de Benavides, antes de que estas me dejen a merced de la carretera, y los corredores empiecen a desparramarse por el asfalto. La tranquilidad hace que el primer avituallamiento llegue sin apenas darme cuenta. La música hasta aquí ha sido buena compañía, pero hoy no es día para compartir ni pasos ni canciones, así que me voy con mi ritmo, esperando que el suyo llegue hasta Benavides. A partir de aquí, kilómetros de soledad, de remar metro a metro sobre el asfalto, de escuchar en el silencio; cruzo el puente que me mete en la interminable Santa Marina del Rey, tierra de ajos, que deja extenuada mi mente, para volver a la carretera, ya aburrida, franqueada por tierras donde el maíz, que emerge con fuerza, pronto tapara el horizonte. La vista distraída, la mente llena de voces de interior, de conversaciones intrascendentes, escuchando el sonido de las campanas de Villamor, que tocan a misa, y el croar de las ranas, a la entrada de Puente de Órbigo. Correr sin pensar. Llego al puente de piedra, al del Paso Honroso, el que se abre a los caminantes que van a Santiago, y que hoy comparto con esa hilera de peregrinos a los que dejo mi buen deseo: “Buen Camino”. ¿Cuántos sueños e ilusiones han cruzado por él?. Sigo divagando, me lo puedo consentir. La carrera dirige mis pasos hacia caminos sombríos, donde los chopos se abren para dejar paso. Ya me pesan los kilómetros, ansío la meta, deseo que aún tendrá que esperar un poco. El río Órbigo, ahora contra corriente, va buscando el mar, mientras yo empiezo a ver mi destino. Benavides ya a la vista. Corro el último esfuerzo con el ánimo de mis compañeros, que ya me esperan al cruzar la meta.

domingo, 20 de mayo de 2018

XIII Media Maratón del Dulce: Fotos


Con buena mañana para correr, al menos al principio de la mañana, con buena compañia, de principio a fin, se ha disputado en Benavides de Órbigo, la XIII Media Maratón del Dulce, carrera puntuable para la VIII Copa Diputación CarrerasPopulares de León.
Si corriste, y disfrutaste del durante, aquí os dejo algunas fotos, para que disfrutes del después.
Fotos: PINCHA AQUÍ.

jueves, 17 de mayo de 2018

¡CAMPEONES!


Hoy toca disfrutar de una final de mi Aleti. No puedo hacerlo en la intimidad de mi casa, por eso de que una final del Atlético de Madrid no debe ser de interés general. Salgo con mi hijo, caminamos despacio, distrayendo nuestras cabezas, en busca de un tranquilo bar.
Empieza el partido. La confianza en los nuestros es total, aunque los comienzos no sean para ello, pero pronto todo cambia, un error, y gol. La historia se empieza a escribir en rojiblanco. Descanso, para los jugadores, y para nosotros.
Echa a correr el balón. La segunda parte pasa a ser nuestra, y con el equipo bien plantado, presionando en campo del rival, llega un robo de balón, desmarques, el balón al primer toque y gol. Sonrisas, amplias. Complicidad. Por delante tiempo para saborear. La fiesta ya está instalada en el corazón, cuando llega otro latigazo, y otro gol, el de Gabi, y con ello la entrada de Torres, del Niño. Pitido final. Y llega el momento de levantar la Copa: Llega su momento, y el de todos los que sentimos estos colores como nuestros, los jugadores agrupados, con sus medallas al cuello, El Niño en el centro, Gabi coge la Copa y se mete entre ellos, se acerca a Fernando que espera, y a la limón la levantan al Cielo del mundo. El Niño, y todos nuestros niños, ya tienen su Copa.
Hoy, los niños de Aleti, los pequeños y los grandes, si saben porque son del Aleti. 

sábado, 12 de mayo de 2018

RE-VERSOS: CARLOS MARZAL

Otra cita

Mañana escribiré. El poema está hecho.
Se perderán definitivamente
—quizá ya se han perdido—
los hábitos que anteceden al día del dictado:
el capricho con que un tema nos busca,
el hallazgo del metro necesario,
la memorización de los versos finales.
Todo se perderá definitivamente,
Porque ha llegado la hora de escribir.
A esas citas uno acaba acudiendo
tarde o temprano.

Ejercicios idénticos
nos conceden la ilusión de avanzar:
la sagrada violencia del fuego,
relegar al olvido un rostro del amor,
una breve y feliz convalecencia.
Mañana escribiré. Y volverán los hábitos
que acompañan al día del dictado:
el capricho con que un tema se pierde, se transforma,
las dudas sobre el metro necesario,
la modificación de los versos finales.
Después se hará el silencio una vez más,
como si nunca hubiese dicho nada.

Y sabré esperar de nuevo,
soportaré la idea de que toda palabra
bien pudiera ser la última.
Siento nostalgia de momentos antiguos.
La impotencia de escribir, en aquel tiempo,
era capaz de herirme.
Hoy ya sé que a las citas se acude
para poder librarnos de las citas.
Ignoro si soy dichoso o desdichado.
El caso es que mañana escribiré.

de Carlos Marzal

lunes, 7 de mayo de 2018

XXXII Carrera Popular “El Salvador”: A vueltas


Eran tres vueltas. Tres vueltas por La Bañeza. Tres.
La primera, cuando todas las ganas de correr me llevan a hacerlo deprisa, a mi deprisa, cuando el calor no es tanto calor, cuando corremos agrupados, cuando la gente de la acera todavía de mira, cuando los ánimos son más ánimos.
La segunda, es la que te gustaría que no existiese, la que quieres que pase rápido. Es esa en la que siempre te doblan, corras lento o corras rápido, da igual siempre te pillan. Es esa que más odias.
La tercera, estoy cansado, o empiezo a estarlo. Bajo y subo, y vuelvo a bajar, las mismas cuestas del principio. Vuelvo por las calles casi vacías, ajeno al caminar de las aceras. Estoy cansado, o empiezo a estarlo, de correr, o quizás de contar, una, dos y tres, subo la última cuesta, cruzo la primera meta.
Y con ellos. Con mis amigos del Nunca correrás solo, antes, y después, no fueron ni una, ni dos, ni tres, que fueron muchas las risas que nos echamos. Grandes compañeros.